03/12/2022

Dido Carrero Muñiz

Me llamo Dido Carrero Muñiz y soy bióloga molecular e historiadora del arte

Mi interés y pasión por la ciencia surgió ya desde pequeña; como es habitual en quienes nos dedicamos a la ciencia, siempre he querido entender el funcionamiento de todo aquello que me rodea. No obstante, dado que esta es una misión inabarcable, decidí centrarme en el campo de la biología molecular.

Estudié el Grado en Biología en la Universidad de Oviedo, y en el segundo curso tuve la fortuna de que uno de mis profesores, el catedrático Carlos López Otín, me honrara con su mentoría, convirtiéndose desde entonces en mi referente, tanto a nivel científico como en lo humano y personal. Comencé a investigar en su laboratorio al salir de clase, donde participé en la descripción de una nueva enfermedad rara, perteneciente al grupo de los síndromes progeroides, que se caracteriza por la aparición de rasgos propios del envejecimiento a una edad muy temprana y de forma mucho más agresiva que otras patologías de este tipo.

Durante mis estudios también tuve la oportunidad, gracias a las Becas de Grado de la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, de expandir mis conocimientos y mi experiencia en biología molecular en dos de las más prestigiosas universidades del mundo: primero en la Universidad de Harvard, donde cursé Biología del Cáncer; y después en King’s College London, en el laboratorio de Prof. Fiona Watt, perteneciente al Centre for Stem Cells and Regenerative Medicine, investigando el papel de diversas queratinas en el desarrollo de cáncer oral.

Tras terminar el Grado en Biología, y a través de la Beca Liberbank para la retención de jóvenes talentos de la Universidad de Oviedo, estudié el Máster en Biomedicina y Oncología Molecular, lo que me permitió seguir investigando en el laboratorio del Dr. Carlos López Otín y me abrió las puertas para realizar un doctorado bajo su dirección. En este contexto, desarrollé proyectos individuales que posteriormente se convertirían en el grueso de mi tesis doctoral, todos ellos centrados en el estudio de las bases moleculares del cáncer y el envejecimiento, a través del uso de modelos celulares y animales.

Para estudiar el doctorado me fue concedida una beca de Formación del Profesorado Universitario (FPU) del Ministerio de Educación y Ciencia, lo cual también me permitió estar en contacto como docente con estudiantes jóvenes e intentar transmitirles pasión por la ciencia. Además, fruto de mi curiosidad e interés por otras disciplinas y de mi gran pasión por el arte, complementé mi doctorado con los estudios de Grado en Historia del Arte en la Universidad Nacional de Educación a Distancia, que finalicé el curso pasado.


Hoy en día compagino mi labor científica con la investigación en arte, el comisariado de exposiciones y la gestión de artistas a través de mi proyecto C E R Ú L E O.


Mi tesis doctoral transcurrió con algunos sobresaltos: además de la pandemia de la covid-19, otra grave pandemia sacudió a nuestro laboratorio, afectando a las instalaciones donde mantenemos a los animales de experimentación, en su mayoría ratones. Esto significó un retraso en mis investigaciones de al menos tres años. Lejos de desanimarme, me reinventé introduciéndome en el campo de la bioinformática, llevando a cabo diversos proyectos que consistieron en el estudio de los genomas de diferentes especies animales relevantes por su extrema longevidad, como la tortuga gigante de las Galápagos; su increíble resistencia a estrés, como los tardígrados; o su capacidad para evitar la muerte, como la medusa inmortal, para investigar las claves genómicas que confieren a estos organismos unas cualidades tan excepcionales. Concretamente, este trabajo tuvo una enorme y sorprendente repercusión mediática, ya que el estudio de la medusa inmortal Turritopsis dohrnii hizo posible encontrar las claves genéticas que determinan que este animal no envejezca, sino que vuelva atrás desde una fase adulta y postreproductiva a un estadio anterior de pólipo, siendo la única especie animal capaz de tal cosa.

Por todo ello, la elaboración de mi tesis doctoral me permitió adquirir tanto conocimientos experimentales como bioinformáticos, cuya conjunción me facultó para afrontar el estudio molecular del envejecimiento desde múltiples puntos de vista, diferentes pero complementarios. En marzo del presente año me doctoré con una tesis titulada “Análisis genómico y funcional de determinantes de longevidad y resistencia a estrés en animales”, dirigida por el Dr. Carlos López Otín, calificada con sobresaliente “cum laude” y propuesta para el Premio Extraordinario de Doctorado.


¿Qué haces actualmente?

Trabajo en el Laboratorio de Medicina Molecular del Instituto de Medicina Oncológica y Molecular de Asturias, colaborando en la automatización del diagnóstico y la identificación de mutaciones genéticas responsables de sorderas, cegueras o cáncer en pacientes que son derivados a nuestro laboratorio.

A mis 27 años, y a lo largo de mi carrera como investigadora, he participado en diferentes publicaciones, muchas de ellas como primera autora, y todas en revistas de alto impacto como Nature Communications o Nature Ecology and Evolution, citadas más de 200 veces.

La investigación es un camino arduo y complicado en el que es frecuente sentirnos solas o desamparadas por las instituciones, pero la emoción de descubrir algo nuevo supera con creces cualquier dificultad. Me encantaría que mi testimonio pudiera servir de inspiración para otras jóvenes científicas que quieran desarrollar su carrera en el campo de la biología molecular.

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