Supe que quería ser investigadora en Astrofísica a los 13 años, viendo un documental en la televisión sobre el universo, agujeros negros y galaxias. Recuerdo que le dije a mi madre ‘quiero ser astrofísica!’, como los entrevistados en aquel documental. Y así empezó mi ‘carrera científica’. Durante el bachillerato hice ya un proyecto sobre el espacio y la Física pasó a ser mi asignatura favorita.
Hice la carrera de Física por la Universidad Autónoma de Barcelona y la Universidad de La Laguna, donde me especialicé en Astrofísica. Durante un par de veranos hice prácticas en dos institutos de astrofísica (algunas remuneradas, otras no) lo cual me permitió confirmar que quería dedicarme a la investigación y, en particular, hacer una tesis doctoral sobre agujeros negros supermasivos (los que están en el centro de las galaxias). Para ello me fui al Instituto Max Planck de Radioastronomía de Bonn, Alemania, donde obtuve el grado de doctora en 2011.
Estuve entonces muchos años de aquí para allá, haciendo estancias postdoctorales en el Instituto de Astrofísica de Canarias, en el Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics en Boston (EUA), y en la Universidad de Montreal (Canadá). Durante ese tiempo me casé y tuve una niña, y en 2017 volvimos todos a Barcelona con la intención ya de quedarnos. Después de una beca Juan de la Cierva, una Beatriu de Pinós, y una Ramón y Cajal que no había ni iniciado, en 2020 conseguí plaza de Científico Titular en el Instituto de Ciencias del Espacio (ICE-CSIC).
Llevo un grupo de investigación sobre agujeros negros y galaxias en el que hay tres estudiantes de doctorado, uno de Máster, y una postdoc. Esta labor la compagino con el trabajo de ser madre de tres niños, una combinación que requiere un poco de malabares.
Pero cuando te apasiona lo que haces, a base de esfuerzo y dedicación puedes llegar hasta donde quieras.